Al Otro Lado Del Arcoiris

Presentación:

Al Otro Lado del Arcoíris es un proyecto documental sobre la discriminación en contra de la diversidad sexual en Venezuela, donde se explora cuáles son sus origines, cuál es la percepción general de la población Venezolana sobre la homosexualidad, los vacíos jurídicos a los que se enfrenta la comunidad LGBTQ+, los ataques que se reciben diariamente, y finalmente, dar voz a quienes viven la realidad de encontrarse Al Otro Lado del Arcoíris, conocer sus historias, y generar conciencia sobre los daños que causa la discriminación en estas personas.

Para el mismo se ha realizado un trabajo de investigación, el cual no se limita a las fronteras de Venezuela, sino que engloba la lucha por los derechos LGBTQ+ en múltiples escenarios y contextos históricos, para posteriormente entender la realidad de la lucha por la igualdad de derechos dentro de Venezuela.

Esta es una producción de Valentín Guerrero (Vis4valentine)

Etapas:

Existe una primera parte publicada actualmente:

Título Link
Sobreviviendo Al Siglo 20 https://www.youtube.com/watch?v=ycm1HeT8McQ
https://odysee.com/@vis4valentine:3/Episodio-1-Final:e

Existen 3 partes aún en producción:

  • Los Argumentos del Odio
  • Las Voces del Arcoíris
  • ¿Por qué Orgullo?

¿Dónde puedo verlo?:

El proyecto será complementado con artículos escritos, episodios especiales, y podcasts.

El material podrá verse en el Canal de Youtube de Vis4valentine y también en el Canal Oficial de Odysee

En este capítulo, se exploran los orígenes de la criminalización de la diversidad sexual en Venezuela, y el nacimiento de las luchas sociales en favor de la comunidad LGBTQ+, tanto en USA, como en nuestro territorio nacional.

Algunas veces, descubrirse a sí misme es un proceso aterrador, incómodo, pero cuando por fin descubres quien en realidad eres y te aceptas, la gratificación es incuantificable.

Este proceso para las personas LGBTQ+ a veces puede tomar años, no es una línea recta, muchas veces hay que pasar por muchos años de autonegación, lo cual no es bueno para nuestra salud mental.

Gracias a las redes sociales y los medios, ahora hay mucha más información de la que había en décadas anteriores fácil y discretamente accesible. Desafortunadamente toda mención de sexualidad e identidad de género que se salga de la norma aún se considera un Tabú y un tópico exclusivamente adulto. El acceso a la información y tener las definiciones de distintas orientaciones sexuales e identidades de género hace el proceso de autodescubrimiento menos doloroso, y puede ahorrarle a una persona LGBTQ+ muchos años de miedo, confusión o incluso autodesprecio.

Saber y entender los espectros de identidad, género, afección y sexualidad también ayuda a desmentir estereotipos, hacer desaparecer el miedo, crear círculos sociales aceptantes de las personas LGBTQ+, y en general, a crear empatía, compresión y tolerancia en nuestra sociedad.

Aquí vamos a explicar brevemente algunos conceptos básicos en materia LGBTQ y diversidad sexual y de género:

(Cabo aclarar que no son todas las que existen, pero sí las más comunes o difundidas)

Orientación sexual:

Define hacia qué personas de qué género te sientes atraíde sexualmente. Por ejemplo:

  1. Heterosexual: Atracción únicamente hacia personas del género opuesto al tuyo.

  2. Gay: Atracción entre 2 hombres.

  3. Lesbiana: Atracción entre 2 mujeres.

  4. Bisexual: Atracción hacia hombres y mujeres.

  5. Pansexual: Atracción hacia personas de distintos géneros.

  6. Demisexual: Atracción solo hacia personas con las cuales tengas una fuerte conexión emocional previa.

  7. Asexual: Falta de atracción sexual, o desinterés y repudio hacia el acto sexual.

Orientación romántica:

La atracción romántica puede ser igual o distinta a tu atracción sexual. Por ejemplo:

  1. Hetero-romántico: Sentir interés romántico hacia personas del género opuesto.

  2. Homo-romántico: Interés romántico a personas de tu mismo género.

  3. Aromántico: No sentir atracción romántica hacia ninguna persona. Algunas personas pueden ser a su vez arománticas y asexuales (esto se conoce como Aroace), o pueden ser únicamente una de las 2, como alguien aromántico, pero sexualmente activo, o alguien quien esté en una relación romántica estable siendo asexual.

  4. Poly-romántico: Ser capaz de sentir atracción romántica con varias personas a la vez.

  5. Bi-romántico: Atracción romántica hacia personas de género femenino y masculino.

  6. Pan-romántico: Atracción hacia personas de múltiples géneros.

Identidad de género:

Para entender la identidad de género, debemos entender que el género se define como un constructo social, impuesto por nuestro entorno y las normas sociales del mismo, el cual determina las conductas, vestimentas, y rol en la sociedad que se espera de una persona según su género. Esto trabaja de forma independiente del sexo biológico. El género no es algo que la persona elija, e intentar forzar a alguien vivir representando un género con el cual no se identifica, provoca disforia de género, provocando una serie de malestares emocionales en la persona. Generalmente, el género es impuesto según sus genitales, lo cual se conoce como el “Género asignado al nacer” o (AGAB).

  1. Cisgénero: Una persona que se identifica como el género que se le asignó al nacer.

  2. Transgénero: Una persona que no se identifica con el género que se le asignó al nacer, sino con el género opuesto.

    • Hombre Trans: Una persona asignada femenina al nacer (AFAB), quien se identifica como hombre.

    • Mujer Trans: Una persona asignada masculina al nacer (AMAB), quien se identifica como mujer.

  3. No-Binarie: Se refiere a una persona que no se identifica totalmente como hombre o mujer, sino que se encuentra en un punto intermedio dentro del espectro del género.

  4. Género fluido: Es una persona quien puede navegar libremente entre el espectro del género, de forma que su identidad es variable.

  5. Agénero: Una persona quien no se identifica con ningún género en específico.

  6. Andrógino: Una persona quien se mantiene en un punto intermedio donde no es posible reconocerle como masculino ni femenino.

  7. Bigénero: Una persona quien se identifica a su vez como hombre y mujer.

Sexo biológico:

El sexo biológico suele definirse como un binario marcado por los genitales masculinos o femeninos, sin embargo, la biología contemporánea define al sexo biológico como un espectro, donde los genitales no son el único factor a consideración, sino también los niveles hormonales, y características fenotípicas, que pueden o no ser modificadas a través de tratamientos químicos o quirúrgicos.

Intersexuales:

También existe el caso de las personas Intersexuales, quienes nacen con genitales masculinos y femeninos a la vez. Antiguamente, tan pronto nacía la persona, se le removía el set de genitales menos predominante, y si bien aún se realiza en algunas partes, se desaconseja esta práctica, debido al riesgo de que la persona sufra de disforia de género mientras vaya creciendo.

Algunas personas intersexuales no son conscientes de que lo son, sino hasta que se realicen biopsias, o exámenes cromosómicos que revelen que tienen restos de genitales del sexo opuesto, o combinaciones de cromosomas X o Y no binarias.

Queer:

El origen de la palabra Queer es, como tal, incierto. Durante décadas había ha sido utilizada por los angloparlantes para significar “Raro” y muy rápidamente, comenzó a utilizarse como insulto homofóbico. Tiene una connotación menos agresiva que por ejemplo “Faggot” (que es equivalente a la palabra “Maricón” en inglés, y cuyo significado se remonta a las ejecuciones públicas en la hoguera de hombres homosexuales) pero resultaba igualmente ofensivo.

Sin embargo, a lo largo del tiempo, el término fue reapropiado por miembros de la comunidad LGBTQ+, quienes se hacían llamar a sí mismes “Queer”, y actualmente ha perdido gran parte de su connotación ofensiva. Este mismo fenómeno de reapropiación también se ha visto con otros términos como “Dyke” y “Butch” (insultos lesbofóbicos) o “Femboy” y “Tomboy” (insultos transfóbicos), aunque estos siguen teniendo connotaciones ofensivas, y no es aconsejable utilizarlos para referirse a otra persona quien no se identifique con los mismos.

Muchas personas suelen utilizarlo para referirse a la comunidad LGBTQ+, siendo común escuchar desde hombres cis gay, pasando por personas no binaries, personas transgénero, o incluso asexuales identificarse como Queer, aunque una definición exacta varía según las fuentes y cómo lo interprete la persona en cuestión.

En el gran marco del estudio de las grandes luchas por los derechos humanos y las reivindicaciones civiles del siglo XX, encontramos vínculos muy fuertes entre los movimientos LGBTQ+, movimientos feministas, y los activistas que buscaban eliminar la segregación racial.

Estudiar dichos movimientos es de importancia para saber de dónde venimos, hacia dónde vamos y qué acciones hacen falta tomar. También nos ayuda a darnos cuenta que los mismos actores que hacen vida en el sistema de la alta sociedad y política nos mantienen oprimidos y nos impiden tener igualdad de derechos por nuestra identidad, género, orientación, religión o color de piel.

Entonces, no es de extrañar que termine leyendo apasionadamente la vida y obra de grandes activistas como Rosa Parks, Ruby Bridges, Marsha P. Johson, Malcolm X, y el Dr. Martin Luther King Jr.

El Dr. King es conocido por su discurso de “I have a dream...” en Washington DC. Lastimosamente para su memoria, ese discurso sería adoptado décadas después por nacionalistas blancos, citando una y otra vez la frase icónica “Tengo un sueño de que mis hijos vivan algún día en una nación donde no sean juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter” como un arma argumentativa para su propia defensa cada vez que tienen que enfrentarse a las críticas y a las consecuencias de su propio racismo, despojando aquellas palabras de todo contexto o significancia histórica. El propio Dr. King se arrepentiría de ese discurso en vida, declarando en una entrevista “El sueño se ha convertido en una pesadilla” poco después del inicio de la guerra de Vietnam.

Sin embargo, entre sus discursos y escritos, hay uno que hace falta destacar, por su relevancia y los paralelismos que pueden realizarse, no solamente con las luchas de la diversidad sentimental, afectiva, sexual y de género, sino de todas las minorías sociales que luchan por la igualdad de derechos.

La carta desde la cárcel de Birmingham:

Escrita el 16 de abril de 1963, es una carta abierta redactada por el Dr. King posteriormente a su “Campaña de Birmingham”.

Ésta fue una campaña no violenta, en contra de las injusticias raciales que ocurrían en la ciudad de Birmingham (Estado de Alabama). Durante la misma, MLK fue detenido por “Marchar sin un permiso oficial por parte de la ciudad”. Esto no era sino un intento desesperado por encarcelar a un notorio activista por los derechos civiles. La carta en sí fue escrita en respuesta a una declaración pública de ocho clérigos blancos de Alabama que habían criticado la presencia de King en la ciudad, entonces MLK se pronuncia contra la injusticia y pide a la gente que actúe para cambiar la situación.

Una de las citas claves de su carta es “La injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todas partes”, que subraya lo importante que es que todos luchemos juntos contra la opresión dondequiera que exista. También escribe: “Igualaremos vuestra capacidad de infligir sufrimiento con nuestra capacidad de soportar sufrimiento”, mostrando su compromiso cuando se enfrentaba a la violencia u otras formas de intimidación.

Otro de los puntos más importantes es cuando hace referencia a los “blancos moderados”, quienes son “aliados” blancos que no participan activamente ni se oponen a la desigualdad racial, sino que permanecen neutrales debido a su propio interés o por miedo de tomar cualquier tipo de postura. No hacen más que ver cómo otros sufren bajo sistemas opresivos sin intentar hacer ningún esfuerzo para ayudarles a conseguir la igualdad de derechos y oportunidades a la que todos los demás tienen acceso. Esta inacción enfurecía a MLK porque creía que si más gente diera algún tipo de paso, por pequeño que fuera, podría haber un progreso mucho mayor en la sociedad en general, por eso instaba a los moderados a que no sólo reconozcan lo que hay que hacer, sino que se levanten y ayuden a conseguir un cambio positivo mediante una acción significativa, en lugar de quedarse de brazos cruzados observando cómo se desarrollan los acontecimientos sin hacer nada en absoluto.

Las palabras del Dr. King, si bien han sido redactadas en un contexto y circunstancias específicas, se hacen atemporales y universales cuando las extrapolamos al amplio debate de las luchas de todas las minorías históricamente oprimidas. Inspiran a refleccionar sobre que tan acertadas son cuando las aplicamos al contexto del reconocimiento por los derechos LGBTQ+ respetando las distancias.

El heterosexual aliado:

Durante mucho tiempo he reflexionado sobre el papel que tienen los aliados cisgéneros y heterosexuales (comúnmente abreviados Cis-Het) en el movimiento LGBTQ+. Es cierto que hay una buena cantidad de simpatizantes que activamente critican y contrarrestan las conductas homofóbicas, bifóbicas y transfóbicas que pueden encontrarse diariamente, ya sea en internet o en el mundo real. Suelen tener amistades cercanas, familiares o incluso parejas pertenecientes a la comunidad. Pero ser un aliado tampoco es sencillo.

Entre los desafíos que enfrente un aliado cis-het encontramos el ser constantemente son ridiculizados, amenazados y atacados por los mismos sectores que oprimen y ejercen violencia contra las personas LGBTQ+. El ataque a los aliados no es nuevo, como se puede referenciar en la ya mencionada lucha de los derechos civiles cuando sus opositores se referían a los aliados blancos como “N-word Lovers”. Es muy difícil que una persona cis-het pueda defender los derechos LGBTQ+ sin ser acusada por otros cis-het de ser gay, trans, o de ser arrastrada a un abanico de teorías conspirativas. Una constante de estos grupos de odio es su incapacidad de entender que es posible simpatizar con las situaciones y vivencias de otros, aún sin vivirlas en carne propia.

El apoyo por parte de las personas cis-het es siempre apreciado y recibido, aunque también debemos reconocer que, la gran mayoría de aliados cis-het no caen aún en cuenta de la significancia de su apoyo, ni de su papel en la lucha de los movimientos LGBTQ+.

Aunque pueda sonar paradójico para algunas personas, los aliados son un componente clave e importante para nuestro movimiento, esto debido a que las personas LGBTQ+ rara vez pueden siquiera aspirar a ocupar posiciones de poder, y quienes ya las ostentan, muchas veces no reciben apoyo por parte de sus iguales en las altas esferas, convirtiéndose en una oposición individualista. Dan la sensación de ser un error en el sistema, un pez fuera del agua. Es el mismo sistema el que no permitirá que sus voces se hagan escuchar, aún cuando estén representando al pueblo en plataformas regionales o nacionales. Son los aliados en las esferas quienes pueden hacer que esta no sea una lucha individual, que les permita amplificar sus propuestas, evadir las trampas de la burocracia y traspasar las barreras impuestas por el sistema.

Es así es como ha ocurrido durante las luchas por la igualdad racial, los blancos aliados quienes tenían el poder, pero simpatizaban con las causas por los derechos civiles les dieron a las etnias oprimidas la posibilidad de hacerse escuchar, liberarles, otorgarles el derecho al voto y trabajar de la mano asegurando un futuro hacia la igualdad. De igual forma, las reformas en favor de la diversidad sentimental, afectiva, sexual y de género se han logrado debido a que los aliados simpatizantes que ya tenían el poder hayan permitido que estas puedan realizarse en primer lugar.

Aquellos aliados han sido de enorme importancia, enfrentándose a los prejuicios de sus iguales quienes pretendían mantener los mecanismos de opresión para su propio beneficio. Pero de igual forma, la falta de aliados permitirá que dicha opresión siga existiendo, sin nadie quien hable en favor de los oprimidos e impidiendo que se logre el cambio.

El heterosexual moderado:

Sin embargo, como el ser humano que no se inclina naturalmente hacia sentir empatía por las experiencias que no le afectan o que no experimenta en piel propia, nos encontramos con una amplia mayoría de “heterosexuales moderados”. Estos no son conscientes de la posición de privilegio que ostentan. Basándonos en la interseccionalidad pueden experimentar distintas formas de discriminación, pero rara vez experimentarán las dificultades por las cuales pasan las personas LGBTQ+.

No experimentarán el agobio, la ansiedad, ni el peso mental que significa permanecer “en el closet”, lo cual la mayoría de las veces se hace por un sentido de autopreservación. “Salir del closet” en un ambiente intolerante puede significar ser deshonrado por tu familia, perder tu hogar, perder oportunidades de trabajo, aislarse socialmente, e incluso puede significar poner en peligro tu seguridad física.

Nunca se sabe del todo cómo reaccionará la gente al saber que eres parte de la comunidad LGBTQ+. Muchos padres fingen no tener problemas con las personas gay, pero demuestran su peor cara cuando su propia sangre resulta ser no heterosexual o no cisgénero. Igual pasa con amigos, compañeros de trabajo y otros tipos de relaciones interpersonales. El heterosexual moderado no experimenta eso, y como le cuesta simpatizar con experiencias ajenas, entonces cree que estos son temas triviales.

Mantenerse en el closet significa ocultar una parte esencial de tí, no poder hacer públicas tus relaciones románticas, mantener una máscara ante la sociedad, vivir dando excusas cuando no cumples las expectativas de vida que otros proyectan sobre tí. Ciertas personas, combinando la presión social con un distorsionado sentido de la moralidad, no dudarán de utilizar y engañar a alguien del sexo opuesto, para pasar años viviendo en una relación falsa, con tal de no exponerse a sí mismos.

Incluso para quienes son “salen del closet” y sienten orgullo de su ser, todavía hay muchos obstáculos por atravesar.

En mi país, Venezuela, y en muchos otros, las personas del mismo sexo no pueden contraer matrimonio. Existen muchas formas de abordar el tema del matrimonio, entre esas la parte superficial, que comprende la boda, el banquete, la fiesta, los vestidos, las decoraciones, el pastel, los bailes, el drama familiar y la luna de miel. Existe también la parte religiosa, donde dos almas se convierten en una “hasta que la muerte los separe” en presencia del dios o la entidad respectiva. Pero el aspecto más importante a considerar en nuestro caso particular, es el legal.

El matrimonio es, al final de todo, un contrato. Este especifica que dos personas tengan una unión civil, compartan finanzas, propiedades, seguros médicos y los derechos de herencia. Las parejas del mismo sexo no tienen opción a nada de esto. Si la empresa donde trabajo me ofrece un seguro médico, mi pareja no puede beneficiarse de ese seguro, debido a que no podemos tener una unión civil ni de hecho. Si mi persona o mi pareja fallece, el otro no podrá acceder automáticamente a la herencia, salvo que lo haya especificado previamente en un testamento. Si a alguno le ocurre un accidente, al otro posiblemente le niegen las visitas al hospital y las tomas de decisiones médicas, debido a que ante la ley seríamos apenas “conocidos”.

En efecto, todas estas desventajas hacen que las personas, por el único motivo de no ser cisgéneros ni heterosexuales, sean ciudadanos de segunda categoría, y que no estemos en igualdad de derechos ante la ley, lo cual es, en sí mismo, anticonstitucional en Venezuela y la mayoría de países.

Esto sin mencionar la discriminación médica, habiendo doctores que se niegan a atender a alguien si se sabe que es LGBTQ+, y si bien esto es, en teoría, ilegal, no se sabe de nadie quien haya sido sancionado por tales explícitos actos de discriminación. Esto no se queda ahí, sino que además es ilegal que las personas no heterosexuales sean donantes de sangre, bajo la falsa percepción de que todas las personas LGBTQ+ sean posibles portadores del VIH, aún teniendo estadísticas y pruebas científicas de que lo contrario es verdad, siendo las personas cis-het la absoluta mayoría de portadores del virus y la enfermedad en la actualidad.

Todas las anteriores no son consideraciones, ni preocupaciones del heterosexual moderado, quizás conozca a alguna persona gay a la cual trate bien, tendrá algún familiar perteneciente a la comunidad, y estará en desacuerdo con los actos más evidentes de discriminación, pero no logrará simpatizar con las causas de quienes no sean sus similares.

Durante las luchas de los derechos civiles durante la mitad del siglo XX, las personas de color igualmente eran ciudadanos no sólo de segunda, sino de cuarta categoría. No se les permitía estar en los mismos espacios que los blancos, no podían asistir a las mismas escuelas, sus vecindarios estaban construidos lejos de las comunidades blancas y eran diseñados para ser intransitables, los efectos de la segregación aún se sienten al día de hoy en todo el territorio estado unidense, pero para el blanco moderado de la época, estos también eran temas triviales, podría pensar las críticas al uso de la “palabra con N” eran injustificadas, que los activistas habían llegado demasiado lejos, e incluso podría referirse a pseudo ciencias como la frenología para justificar que personas de distintas razas eran muy distintas a un nivel biológico, y por ende no podrían convivir en igualdad de condiciones. Estos moderados no eran parte del Ku Klux Klan ni ocupaban el poder, pero su apatía perpetuaba los sistemas de injusticia de la época. En su instinto de autopreservación, no discriminaba activamente ni atacaba a las personas de color, pero tampoco criticaba el comportamiento de sus similares con tal de no perturbar su propia comodidad.

Al moderado se le puede intentar convencer para pensar que quienes luchan por la igualdad de derechos han “ido demasiado lejos”, son el público objetivo de los sectores ultra conservadores que quieren tildar a todos los activistas de ser “extremistas”, de que “van a por los niños”, de “imponer su agenda ideológica”. Muchos heterosexuales moderados pueden estar convencidos de “no ser homofóbicos”, a la vez que se oponen a todas y cada una de las propuestas para alcanzar la igualdad de derechos, sin importar la orientación sexual, la atracción romántica, o la identidad de género. Se les ha convencido de que los discursos de odio son, en realidad, argumentos firmes y válidos. No distinguen la propaganda de los hechos factibles, pero por sobre todo, son completamente ignorantes de que la información y el discurso que propagan desde una posición de falsa “neutralidad” en realidad proviene de maquinarias de opinión extremistas, reciclando antiguos argumentos antes utilizados para justificar innumerables genocidios en décadas y siglos pasados.

La principal característica que hace del heterosexual moderado un objetivo estratégico, es el mismo que comparte con todas las demás facciones moderadas: constituyen la absoluta mayoría de la población.

Es crítico para cualquier movimiento, ideología, partido o tendencia política ganarse el favor de los moderados, porque significa ganarse el favor de la mayoría de la población. Algunas de las tácticas que pueden utilizar para lograr ese objetivo incluyen apelar a sus emociones más básicas, como el miedo, la incertidumbre, la autopreservación, y la idea del bien común. Si logras convencer a los moderados de que un grupo minoritario que hasta los momentos no suponía una amenaza, está poniendo su existencia en riesgo e invadiendo sus privilegios, podrás convertir a una gran masa de la población en militantes a favor de la causa equivocada sin darse cuenta, una causa que en el largo plazo, perjudicará al propio moderado, porque cuando empiezas a restarle derechos a unos pocos, no se detendrán hasta eliminar los derechos de todos.

Sin embargo, un moderado en una sociedad funcional, empática y educada, logrará reconocer que dichas minorías no suponen la amenaza que un grupo pequeño pero ruidoso quiere hacerles pensar. El moderado puede ser la barricada que evite que ocurran nuevos genocidos, o pueden forjar el camino para cometerlos.

Mi decepción y mi pesimismo radica en cuanto se tratan los temas de la diversidad sentimental, afectiva, sexual y de género, es que el heterosexual moderado lleva la bandera de la apatía, ignorante de los cambios políticos que han ocurrido desde que movimientos conservadores extremistas en distintas partes del mundo decidieron hacer a las personas LGBTQ+ su nuevo hombre de paja para esparcir las mismas conspiraciones, miedos y desinformaciones que llevan propagando desde hace siglos. El heterosexual moderado puede pensar que el surgimiento del discurso en favor de los movimientos LGBTQ+ se limita a una maquinaria mercantilista que intenta venderte productos arcoíris, ignorando todos los matices de la lucha, su filosofía, sus reivindicaciones y su trayectoria histórica.

En otras latitudes, el moderado está despertando y encabezando la lucha para garantizar los derechos de todos, entendiendo su rol en la formación de una comunidad internacional tolerante, democrática y donde los derechos humanos se hagan respetar. Pero en países como el mío, el moderado es partícipe en la regresión social, el estancamiento legislativo, y su apatía evita que la sociedad en general pueda avanzar y progresar, miden el progreso bajo los estándares de la capacidad de adquisición materialista, y no como un proceso íntegro donde la sociedad realza sus mejores cualidades, mientras deja atrás sus antiguos prejuicios, supersticiones y miedos primitivos.

Un indicador sobre el desarrollo y el avance de una sociedad, es observar cómo tratan a sus sectores más vulnerables. El trato denigrante hacia las minorías o las personas menos afortunadas nos da una idea de cómo se mantienen, cómo piensan, y cuáles son sus valores generales. El estancamiento o regresión en materia de derechos humanos y civiles, así como la discriminación generalizada son síntomas de una sociedad sin ningún progreso, lo cual no puede terminar de otra forma, que no sea en una sociedad fallida y atrasada, condenada a ver con envidia cómo otras naciones mejoran su calidad de vida, deseando conseguir lo que ellos tienen, pero sin la voluntad de resolver sus problemas de raíz y avanzar de la misma forma que lo han logrado los demás.

In the larger framework of studying the great human rights and civil rights struggles of the 20th century, we find very strong links between LGBTQ+ movements, feminist movements, and activists who sought to eliminate racial segregation.

Studying such movements is important to know where we have come from, where we are going, and what actions need to be taken. It also helps us to realize that the same actors who make life in the high society and political system keep us oppressed and prevent us from having equal rights because of our identity, gender, orientation, religion or skin color.

So, it is no wonder that I end up passionately reading the life and work of great activists such as Rosa Parks, Ruby Bridges, Marsha P. Johson, Malcolm X, and Dr. Martin Luther King Jr.

Dr. King is best known for his “I have a dream...” speech in Washington DC. Unfortunately for his memory, that speech would be adopted decades later by white nationalists, quoting over and over again the iconic phrase “I have a dream that my four little children will one day live in a nation where they will not be judged by the color of their skin but by the content of their character.” as an argumentative weapon for their own defense whenever they have to face criticism and the consequences of their own racism, stripping those words of any context or historical significance. Dr. King himself would regret that speech during his lifetime, declaring in an interview, “The dream has become a nightmare “ shortly after the outbreak of the Vietnam War.

However, among his speeches and writings, there is one that needs to be highlighted, because of its relevance and the parallels that can be made, not only with the struggles of sentimental, affective, sexual and gender diversity, but of all social minorities fighting for equal rights.

The letter from Birmingham Jail:

Written on April 16, 1963, this is an open letter written by Dr. King after his “Birmingham Campaign.”

This was a non-violent campaign against the racial injustices occurring in the city of Birmingham, Alabama. During it, MLK was arrested for “Marching without an official permit from the city”. This was nothing more than a desperate attempt to jail a notorious civil rights activist. The letter itself was written in response to a public statement by eight white Alabama clergymen who had criticized King's presence in the city, so MLK speaks out against the injustice and asks people to act to change the situation.

One of the key quotes from his letter is “Injustice anywhere is a threat to justice everywhere,” which underscores how important it is that we all fight together against oppression wherever it exists. He also writes, “We will match your capacity to inflict suffering with our capacity to endure suffering,” showing his commitment when faced with violence or other forms of intimidation.

Another highlight is when he refers to “White Moderates,” These are white “allies” who do not actively participate in or oppose racial inequality, but remain neutral due to self-interest or fear of taking any kind of stand. They do nothing but watch others suffer under oppressive systems without attempting to make any effort to help them achieve the equal rights and opportunities to which everyone else has access. This inaction infuriated MLK because he believed that if more people took some kind of step, however small, there could be much greater progress in society as a whole, so he urged moderates to not only recognize what needs to be done, but to stand up and help bring about positive change through meaningful action, rather than stand by and watch events unfold without doing anything at all.

Dr. King's words, while written in a specific context and circumstance, become timeless and universal when extrapolated to the broader discussion of the struggles of all historically oppressed minorities. They inspire reflection on how accurate they are when we apply them to the context of LGBTQ+ rights recognition while respecting distances.

The heterosexual ally:

I have long pondered the role of cisgender and heterosexual allies (commonly abbreviated Cis-Het) in the LGBTQ+ movement. It is true that there are a good number of supporters who actively criticize and counter homophobic, biphobic and transphobic behaviors that can be encountered on a daily basis, whether online or in the real world. They often have close friends, family members or even partners who belong to the community. But being an ally isn't easy, either.

Among the challenges faced by a cis-het ally are being constantly ridiculed, threatened and attacked by the same sectors that oppress and perpetrate violence against LGBTQ+ people. The attack on allies is not new, as can be referenced in the aforementioned civil rights struggle when their opponents referred to white allies as “N-word Lovers.” It is very difficult for a cis-het person to stand up for LGBTQ+ rights without being accused by other cis-het people of being gay, trans, or being dragged into a range of conspiracy theories. A constant of these hate groups is their inability to understand that it is possible to sympathize with the situations and experiences of others, even without experiencing them firsthand.

Support from cis-het people is always appreciated and welcomed, although we must also recognize that the vast majority of cis-het allies do not yet realize the significance of their support, nor their role in the struggle of the LGBTQ+ movement.

Although it may sound paradoxical to some people, allies are a key and important component to our movement, because LGBTQ+ people can rarely even aspire to positions of power, and those who do hold positions of power often do not receive support from their peers in high places, making them an individualistic opposition. They feel as an error in the system, a fish out of water. It is the same system that will not allow their voices to be heard, even when they are representing the people on regional or national platforms. It is the allies in the higher spheres who can make this not an individual struggle, which allows them to amplify their proposals, evade the traps of the bureaucracy and go beyond the barriers imposed by the system.

This is how it happened during the struggles for racial equality, when white allies who held power but sympathized with civil rights causes gave oppressed ethnicities the chance to make themselves be heard, free them, give them the right to vote and work hand in hand to ensure a future of equality. Likewise, reforms in favor of sentimental, affective, sexual and gender diversity have been achieved because sympathetic allies who were already in power have allowed them to happen in the first place.

Those allies have been of immense importance, confronting the prejudices of their peers who sought to maintain the mechanisms of oppression for their own benefit. But by the same token, the lack of allies will allow such oppression to continue to exist, with no one to speak up for the oppressed and prevent change from being achieved.

The moderate heterosexual:

However, the human being is not naturally inclined to empathize with experiences that do not affect them or that they do not experience on their own skin. We find a vast majority of “moderate heterosexuals.” These are unaware of the position of privilege they hold. Based on intersectionality, they may experience different forms of discrimination, but they will rarely experience the difficulties that LGBTQ+ people go through.

They will not experience the burden, anxiety, and mental weight of staying “in the closet,” which most often is done out of a sense of self-preservation. “Coming out” to an intolerant environment can mean being disowned by your family, losing your home, losing job opportunities, becoming socially isolated, and can even mean jeopardizing your physical safety.

You never quite know how people will react to learning that you are part of the LGBTQ+ community. Many parents pretend to have no problem with gay people, but show their worst side when their own blood turns out to be non-heterosexual or non-cisgender. The same goes for friends, co-workers, and other types of interpersonal relationships. The moderate heterosexual does not experience that, and since they find it hard to sympathize with other people's experiences, they think these are trivial issues.

Keeping yourself in the closet means hiding an essential part of yourself, not being able to make your romantic relationships public, keeping a mask before society, living giving excuses when you don't meet the expectations of life that others project on you. Certain people, combining social pressure with a distorted sense of morality, will not hesitate to use and deceive someone of the opposite sex, to spend years living in a fake relationship, so as not to expose themselves.

Even for those who are “out of the closet” and proud of who they are, there are still many hurdles to cross.

In my country, Venezuela, and in many others, people of the same sex cannot get married. There are many ways to approach the subject of marriage, among them the superficial part, which includes the wedding, the banquet, the party, the dresses, the decorations, the cake, the dances, the family drama and the honeymoon. There is also the religious part, where two souls become one “until death do them part” in the presence of the respective god or entity. But the most important aspect to consider in our particular case is the legal one.

Marriage is, after all, a contract. It specifies that two people have a civil union, share finances, property, health insurance and inheritance rights. Same-sex couples do not have the right of any of this. If the company where I work offers me health insurance, my partner cannot benefit from that insurance, because we cannot have a civil or common law partnership. If my person or my partner dies, the other will not automatically have access to the inheritance, unless they has previously specified it in a will. If an accident happens to one of us, the other may be denied hospital visits and aproving on medical decisions, because in the eyes of the law we would be just “acquaintances”.

In fact, all these disadvantages make people, for the sole reason of not being cisgender or heterosexual, second-class citizens, and we are not equal before the law, which is, in itself, unconstitutional in Venezuela and most countries.

This is not to mention medical discrimination, with doctors refusing to treat someone if they know they are LGBTQ+, and while this is, in theory, illegal, no one is known to have been sanctioned for such explicit acts of discrimination. This does not stop there, it is also illegal for non-heterosexual people to be blood donors, under the false perception that all LGBTQ+ people are possible carriers of HIV, even though we have statistics and scientific evidence that the opposite is true, with cis-het people being the absolute majority of carriers of the virus and the disease today.

All of the above are not considerations, nor concerns of the moderate heterosexual, perhaps They know some gay person whom they treat well, might have a family member belonging to the community, and will disagree with the most obvious acts of discrimination, but will fail to sympathize with the causes of those who are not their peers.

During the civil rights struggles of the mid-twentieth century, people of color were likewise not only second-class, but fourth-class citizens. They were not allowed to be in the same spaces as whites, they could not attend the same schools, their neighborhoods were built away from white communities and were designed to be inaccessible, the effects of segregation are still felt today throughout the United States, but for the moderate white person of the time, these too were trivial issues, they might think the criticisms of the use of the “N-word” were unjustified, that the activists had gone too far, and they might even refer to pseudo-science such as phrenology to justify that people of different races were too different on a biological level, and therefore could not live together on equal terms. These moderates were not part of the Ku Klux Klan or held any power, but their apathy perpetuated the systems of injustice of their time. In their instinct for self-preservation, they did not actively discriminate against or attack people of color, but neither did they criticize the behavior of their peers so as not to disturb their own comfort.

The moderate may get convinced to think that those who fight for equal rights have “gone too far”, they are the target audience of ultra-conservative sectors who want to label all activists as “extremists”, as “going after children”, as “imposing their ideological agenda”. Many moderate heterosexuals may be convinced that they are “not homophobic” while opposing any and all proposals to achieve equal rights, regardless of sexual orientation, romantic attraction, or gender identity. They have been convinced that hate speech is, in fact, a strong and valid argument. They do not distinguish propaganda from feasible facts, but above all, they are completely ignorant that the information and discourse they propagate from a position of false “neutrality” actually comes from extremist opinion machines, recycling old arguments previously used to justify countless genocides in past decades and centuries.

The main characteristic that makes the moderate heterosexual a strategic target is the same one shared by all other moderate factions: they constitute the absolute majority of the population.

It is critical for any movement, ideology, party or political tendency to win the favor of moderates, because it means winning the favor of the majority of the population. Some of the tactics they can use to achieve that goal include appealing to their most basic emotions, such as fear, uncertainty, self-preservation, and the idea of the greater good. If you can convince moderates that a formerly non-threatening minority group is putting their existence at risk and infringing on their privileges, you can turn a large mass of the population into militant supporters of the wrong cause without realizing it, a cause that in the long run will hurt the moderate himself, because when you start taking away the rights of a few, they will not stop until they take away the rights of all.

However, a moderate in a functional, empathetic and educated society will manage to recognize that such minorities do not pose the threat that a small but noisy group would have them think. The moderate can be the barricade that prevents new genocides from occurring, or they can pave the way for them.

My disappointment and pessimism lies when it comes to the issues of sentimental, affective, sexual and gender diversity, is that the moderate heterosexual carries the banner of apathy, ignorant of the political changes that have occurred since extremist conservative movements in different parts of the world decided to make LGBTQ+ people their new straw man to spread the same conspiracies, fears and misinformation they have been propagating for centuries. The moderate heterosexual may think that the rise of the discourse in favor of LGBTQ+ movements is limited to a mercantilist machine trying to sell you rainbow products, ignoring all the nuances of the struggle, its philosophy, its claims and its historical trajectory.

In other latitudes, the moderate is waking up and leading the fight to guarantee the rights of all, understanding their role in the formation of a tolerant, democratic international community where human rights are respected. But in countries like mine, the moderate is a participant in social regression, legislative stagnation, and their apathy prevents society in general from advancing and progressing, they measure progress by the standards of materialistic acquisitiveness, and not as an integral process where society enhances its best qualities, while leaving behind its old prejudices, superstitions and primitive fears.

An indicator of the development and progress of a society is to observe how it treats its most vulnerable sectors. Demeaning treatment of minorities or less fortunate people gives us an idea of how they hold themselves, how they think, and what their general values are. Stagnation or regression in human and civil rights, as well as generalized discrimination are symptoms of a society without any progress, which cannot end in any other way than a failed and backward society, condemned to watch with envy how other nations improve their quality of life, wishing to achieve what they have, but without the will to solve their problems at their roots and advance in the same way that others have achieved.